“Pequeños movimientos que producen grandes cambios”.

Esta frase del mismísimo creador Moshé Feldenkrais, para mí lo define de una manera muy sencilla. Estos pequeños movimientos, realizados bajo tu atención consciente y dentro de un espacio de exploración total, es lo que permite con la práctica, cambiar un hábito mal adquirido durante la vida por otra opción más adecuada para luego integrarla.

“Hacer lo imposible posible, lo posible fácil y lo fácil elegante”. Otra frase preciosa de Moshé.

Qué hago frente a una dificultad y cómo lo hago?

Lejos de ser terapia, es un método de aprendizaje. Aprender de nosotros mismos a través de la observación de cómo nos movemos y así hacer un uso de nuestro cuerpo con mayor efectividad, de manera clara y más precisa.

Gastar un mínimo de energía para mejorar la calidad de acción y tener mejor respuesta en la vida.

Te has preguntado como aprende un bebé a hacer todo lo que hace desde que nace hasta que llega a caminar? Quién se lo enseña? Nadie. Es su sistema nervioso, su cerebro que en estado de presencia absoluta aprende solo con la exploración, la sensación de gravedad, el apoyo del suelo, la curiosidad pura, lejos de lograr cualquier resultado, lejos de juzgar nada, sino solo aprender.

Es su propio referente. De esta misma manera es como puedes aprender a organizar e integrar alternativas más adecuadas que te hacen sentir mejor y vivir mejor.

El Método Feldenkrais es contundente en su forma y contenido y absolutamente holístico. Sustentado en el desarrollo motriz del bebé, en la neurociencia, las teorías del aprendizaje, las bases de la biomecánica, la psicología, anatomía, antropología, un método que aborda la unidad funcional de medio, mente y cuerpo.